#13. Silencioso papel
¿Un dolor en el pecho es manifestación de la ansiedad o anticipo de la crisis de los 40? ¿Las dos cosas? ¿O nada que ver?
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Domingo de 1996
Tengo miedo. Hoy me cuesta más que el martes pasado. Y que el anterior. No es bloqueo. Pasados los años, uno ve la pantalla o el papel y se le disparan las letras tejiendo conflictos en el aire. Acá pasa otra cosa. La cuenta regresiva a los 40 ya comenzó. Eso significa mayores certezas, convivir con renuncias (lo que ya no puede o puedo ser) y algunos logros… pero también un miedo. EL MIEDO A LA MUERTE.
Estoy en el medio de la vida / si hay suerte, tal vez. No me quiero hacer el dramático. Tampoco quiero dar lástima. En todo caso, vine así de fábrica. A decir verdad, tanto no me molesta porque el drama trama y la historia llega. Esta historia debe haber empezado ese martes de abril en el que vine al mundo. O nueve meses antes. Sólo sé que hay fotos que veo en el VHS de mi memoria y son anticipatorias. El día que festejamos mi comunión en UPCN, por ejemplo.
Estaba clausurada la pileta
ese domingo de 1996
Igual nos colamos con los chicos
Un tipo con traje vino y nos retó
Salgan. ¿No ven que no se puede
entrar?
Salimos y nos sacamos una foto mojados
en cuero
Mi mano izquierda colgada al pecho
Hace un tiempo logré la síntesis, qué novedad, en un poema: el tic de la mano cruzada sobre el corazón / haciendo un dique / para que el pálpito / no se dé a la fuga. El poema habla del ascenso de Colón y del octogonal. Todo se recicla, amigo/a mío/a.
Sos-pecho
El fin de semana fui al Harlem con Agus, Chela y Clau. Fiel a mi costumbre, jugué al doble agente: fan y periodista. Gozando de andar por el borde entre deadline y total despreocupación. Disfrutando de los pliegues de ambas personalidades. Cuando voy a un festival, trato de ampliar la capacidad de mi memoria interna, hacer lugar, recibir sin enloquecer. En medio de un show, afuera de la Estación Belgrano, se apoderó de mí una sensación intensa que iba del pecho al hombro. Si tuviera que representar lo que me pasó diría, metafóricamente, que el oxígeno corría por mis pulmones lento como arena. Me dolía el pecho. ALARMA.
Después de tres o cinco minutos -que para mí fueron horas- el dolor cesó. Quedé afectado por el impacto. Me prometí bajar un cambio, darle bola a lo que dice el cuerpo, ir al médico lo antes posible. Empecé la semana atento a las señales, más preocupado que de costumbre. Pedí el día en el trabajo porque la angustia me pegó mal. A la tarde fui al centro de salud del barrio. 130/90: Presión moderada-alta. Bien el pulso y la frecuencia cardíaca. Tensa calma con el enemigo silencioso. Nueva visita al cardiólogo. Y un ejemplar exótico para mi registro de palabras: osteocondritis.
Diez minutos
Tengo dos bibliotecas iguales. La de la izquierda tiene en su estante superior unos libros que no leí. Un muñeco de Fry caído. Más libros. El injerto de cable que puse sobre el cabezal del cargador original del celular. Un Leo en letras corpóreas. Un paraguas rojo. Una estrella pintada de dorado. En el último estante, una de mis secciones favoritas: periodismo narrativo. Primero, a la derecha, un libro. Fondo negro, el rostro de un grito dentro de una palabra: PÁNICO. Diez minutos con la muerte.
Me meto adentro del libro de Ana Prieto.
(Permiso…)
Leo un par de frases en las primeras páginas. Ensayo un poema.
El terror provoca
incongruencias así*
(aires acondicionados
que cuelgan de los
edificios como tumores**)
en mi silencioso papel de
impostora con guardapolvo***
(Los extractos corresponden a las páginas *21, **43 y ***25 del libro, respectivamente)
Llego a un título: Ansiosos: los inclasificables de la historia.
La infancia no falla
Una secuencia. Algún año de los ‘90, escuela primaria. Clase de Matemáticas. Levanto la mano, creo, y pregunto:
-Seño, ¿cuándo corregimos la tarea de Lengua?
-Estamos en clase de Matemáticas, Leo. No seas impaciente.
Otra secuencia. Caminamos con mamá por el centro comercial del barrio “El Pozo”.
-Ma, como yo soy impaciente, ¿ese señor qué problema tiene?
-Envejecimiento prematuro.
-Y eso, ¿qué es?
-Que parece más grande de lo que es.
Corte musical
Yo no sé a quién puede interesarle la catarsis (que es como una especie de catarro) personal. Así que gracias por leer. Regalo una canción de La Portuaria y David Byrne que me encanta. Para no perder el hilo de este/a newsletter, propongo escucharla en oposición (con el perdón de sus autores). Hoy sí le temo a la muerte. Etcétera.
Me encantó, Leo. Mostraste tal cual el miedo y la ansiedad, pero con una belleza que nos cuesta encontrar en medio de ese vértigo. Gracias por la poesía y por sostener el corazón!