#17. Para Inés
Homenaje a la escritora argentina Inés Fernández Moreno, fallecida el domingo 10 de noviembre.
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Preguntas raras
“Tengo una mirada melancólica. Tengo tendencia a la pregunta porque me cuesta mucho afirmar cosas”. Así podría iniciar mi autobiografía. En caso de que alguna vez me decidiera a emprender esa epopeya. Si es que no lo hago, de a sorbos, en todo lo que escribo y dejo tirado en varios rincones de la web. Las dos frases fueron enunciadas por separado por la escritora Inés Fernández Moreno en una misma conversación, la que mantuve con ella luego de leer No te hagas ilusiones. Este domingo me enteré de su muerte por una publicación de otra escritora, también llamada Inés, y me invadió la tristeza otra vez.
Eso ya me pasó antes. Conozco la sensación. Pero, ¿dónde pongo el dolor?
Eran mis primeros días como pasante en El Litoral. Nati me dio un libro, Elisa, y me dijo: ¿Querés entrevistar a Liliana Bodoc? No reproduzco mi respuesta por obvia. Sólo dejo el link de aquella entrevista en el Hotel Conquistador un 24 de agosto de 2017. A los meses me atacó una noticia: Murió. Nunca le mandé mis poemas. Perdón, Liliana.
Es raro ubicar, ¿dónde?, la muerte de alguien que entrevistaste. Algo queda en vos: una intensidad, un aura, una voz, el color de los ojos, la risa. Palo. Gabo. Chacho Cabrera. Contursi. Peiso. No me olvido de ustedes.
Me rompe el alma, dice
Hablé con Inés por teléfono (gracias, Vicky). Por mi despiole en el arte de desgrabar, terminó saliendo publicada antes la nota de Graciela Schvartz. Su gran amiga. El lazo que las une es lo que me despabiló: es una nota bimembre. Así es que terminé la entrevista-reseña dedicada a “Jurame que nunca” (Emecé, 2023) llamando a su hermana de la vida, Inés. (No deja de darme ternura esta cadena de nombres: Graciela, mi madre; Inés, su hermana, mi tía). Comparto un fragmento volcánico: “Hicimos juntas todo. Juntas empezamos a escribir”.
Al igual que IFM, quien barajó otros nombres antes de dar en la tecla (No te hagas ilusiones), la nota tuvo más de un bautismo. En una de esas idas-vueltas me cayó la ficha: el título tiene que ser algo que ella haya dicho. Y lo afirmó como preguntando: “Vaya a saber hoy qué es un cuento”. No es lo más común en mi ejercicio de periodismo cultural encontrar comentarios debajo de mis escritos. Esta fue una excepción.
Gratos recuerdos de ella y su madre, Clara Fernández Moreno, que visitó SADE y nos brindó recuerdos de vida y su libro El día de la vida, generosa poesía.
Alba Aida Oliva.
El arte de perder
Antes de eso, papá me habló de Inés. Me habló como habla él, libro en mano. Tenés que leer El cielo no existe. Lo conté en el #11, aún no lo terminé. Se ve que algo de la trama entre Sixtina y Cala me tenía presa del relato. Perdón, pa. Perdón, Inés.
Un miércoles cerramos entrevista telefónica con Inés en Sospechosamente Light. Los miércoles, Papá reemplazaba a Guille en la radio. Papá, el que trajo a Inés a la familia. Él, que leyó muchos libros a dos voces con mamá, pero el primero fue El cielo no existe. Él, papá. Ella nos dijo esa vez que todos los cuentos de No te hagas ilusiones “están vinculados con cierto nivel de pérdida”. Pero lo mejor fue cuando papá intervino para alumbrar la estética del parpadeo (te amo, Pa) y las fábulas sin moraleja de Italo Calvino. “Ay, amo a Italo Calvino. Es un escritor adorable y muchas veces pienso en él, en sus cuentos que son divertidos, que son livianos y que son poéticos, que siempre tocan cosas profundas de la humanidad”.
Papá. Mamá. Se habló, Inés habló, de la figura de la madre en su obra. Pero, ¿qué pasa con el padre? Cuando la entrevisté para El Litoral, ella se detuvo en Cora, protagonista del cuento Scrabble, homenaje al juego que la escritora compartía con su papá. “Mi viejo hacía juegos de palabras, rimas absurdas. Decía que la máquina de escribir lo tenía candaso porque era el error que cometía cada vez que quería escribir cansado”.
Espero, lector/lectora, que no estés candaso de leer porque tengo un regalo. Como su padre y los míos, jugué con el nombre “Inés” y los apellidos “Fernández” y “Moreno”. Llegué a tres anagramas un poco trampeados: al primero le falta una “S”, al segundo hay que cambiarle el género: una “A” por la “O”, al tercero le falta una “H” (¡pero la hache es muda!):
(1) Narren diez fenómenos +S
(2) Inmerso/a en faz en orden
(3) ¡Zas! frenen miedo, (H)onren
A tu memoria-milagro,
Inés Fernández Moreno,
que hoy sostiene nuestro mundo.
Gracias