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La tabla del tres
Estoy sentado en el sofá con la compu en mi falda y la gata en mis rodillas. En el respaldo derecho está la caja metálica con los cigarros. Aspiro con convicción y el humo me penetra sin eludir ningún peaje. Son casi las once de la noche. Fallé. Ya les voy a contar por qué.
Nací un 8 de abril de 1986 a las 22:15 hs. Por razones que no podría explicar ahora mismo, este newsletter te está llegando casi cuarenta años después del día en que nací. No lo digo por la hora -elegida deliberadamente-, sino porque también vine al mundo un martes. Si dividiera los años de tránsito en la Tierra sólo podía hacerlo por 3 o por 13. Porque el 39 es primo de un número primo.
A los 13 arranqué la secundaria en un experimento que se dio en llamar Polimodal. Ese año fue la primera vez que escuché hablar de la masturbación y de los bailes. Nunca mejor aplicado el término “adolecer” para mis años aquellos. Dolió y llevó varios años sanar el duelo. De lo malo apareció, a mis 17, la poesía. “Vestigios de una vida feliz”, así le puse a mi primer poema.
A los 26 empecé mi segunda carrera universitaria, Ciencias de la Comunicación. Era el más grande del curso, pero por suerte a otro que entró antes lo apodaron el viejo. Pasó volando. Me recibí. Pero antes me puse de novio y entré por una pasantía al diario. Parecía que todo se encaminaba. Jajaja, iluso.
A los (casi) 39 no puedo decir que estoy contento (en el sentido de contenido total), pero no me siento triste. “Estás dolorido y está bien”, me dijo mi terapeuta. Es la antesala de un cumpleaños: un cóctel de alegría, ansiedad y melancolía. Se suma otra antesala: la de un número redondo y la crisis que se le atribuye popularmente. Para mí, además, es un múltiplo de 3, de las tablas mi preferida.
La compu se apagó (poca batería). Tuve que cargarla y adoptar la aburrida (poco estética) postura de escribir en el escritorio. El faso también se apagó, lo guardé. La gata, Lubi, se trepó en una silla puesta al revés sobre la mesa. Fallé. Son casi las once de la noche del 7 de abril. Había dicho que iba a esperar hasta las doce para escribir el newsletter desde el mismo 8 de abril. ¡No antes! Perdonen, me relajé tanto que… Encima, mañana (digo hoy) tengo visita y la casa tiene que estar ordenada. Sino, es un escándalo.