#3. Vamos de paseo pipipiii 🚗
Ecos inconscientes de un poema de Sabines que nunca había leído.
Hola, ¿cómo estás?
Resulta que este bicho curioso sigue ampliando fronteras 👾 Doy la bienvenida a los nuevos suscriptores/as: Santi, Rodrigo, Lauri, Nati, Del otro lado, Belén, Diego, Marta, Mavi, Laura, Gonza, Susana, Celeste, Juan, Alan, Hilda, Mercedes, Carolina, Marivi.
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Cero
Dicen que el tres tiene un poder. Puedo graficarlo con un dato que algún día ampliaré, más allá de las fronteras de la familia, los amores y las amistades. De chico tenía una manía con la tabla del tres. Me hipnotizaba lo fácil que era adivinar los múltiplos con sólo sumar sus componentes. Por eso este tercer envío tiene algo.
¿O no, Gonzalo?
Uno
Tres canciones a la vez serán necesarias, canta Aloras.
¿Y tres versiones? ¿Tres momentos? ¿Tres postales?
Venía leyendo la poesía completa de Jaime Sabines. Ese tomo azul editado en 2023 por Planeta bajo el oportuno nombre de “Recuento de poemas”. La obra reunida, sea de Borges, Pizarnik o Giannuzzi (¡feliz 100 aniversario!), la totalidad de lo publicado, siempre ofrece perspectiva y una cautivante sensación de plenitud. Andaba por ahí, adentro del libro, cuando di con este poema:
Dos
El sexto verso me dejó knock out: los automóviles inmóviles. No sólo por el oxímoron tan rico en sonido, tan revulsivo. La estocada vino, además, por el lado de la evocación. Hace unos cuantos años -en 2012, si la memoria no me falla- escribí un poema referido a los autoinmóviles. ¡No había leído a Sabines! Confieso que es muy rara la sensación de estar citando a alguien sin ser consciente de ello (¿cuenta técnicamente como intertexto?) “Los autoinmóviles” hubiera sido olvidado por mí de no haber coincidido dos situaciones, empujadas con la furia de un uppercut por el acto evocativo:
Que mi viejo Héctor me recuerde siempre el poema por sus expansiones urbanas.
Que el estado clínica poética (el trabajo de “la serie”) consista sistemáticamente en volver sobre materia antigua para extraer de allí novedad.
Por estas razones se me antojó mandarle un audio a mi viejo. Un audio que decía, palabras más palabras menos, “Pa, te acordás del poema de los autoinmóviles? Me mandás un audio recitándolo? 🙏🏾 Muchas gracias!” Esta fue su respuesta:
Tres
Al releer (y re-escuchar) el poema se me llena el bocho de resonancias. Pienso en los poemas propios donde el auto es uno de los personajes centrales. “Copiloto”, por ejemplo. Restaura la escena de algún sábado en que acompañé a mi viejo a la verdulería. Él manejaba, claro (¡ponete las pilas, Leo! 😂)
Pienso también en el corazón de “Los autoinmóviles”. En lo que hoy le pide ese texto a mi voz. Qué “sacrificaría”, qué potenciaría, por dónde iría. A la vez, me da ternura encontrarme con mi pasado y su arsenal de adverbios, adjetivos, volteretas. ¿Qué decís? ¿Retomo el poema? ¿Lo trabajamos juntos, José? Y a vos, bicho/a lector/a, ¿te pasó algo así con un texto de tu autoría? ¿Cómo te sentiste? Espero tu respuesta en los comentarios 👇🏾
Los autoinmóviles, o un modo levemente melancólico de observar el tiempo barrer sobre el espacio?
Abrazo Leo!