Hola, ¿cómo estás?
Con mucha alegría te invito a este primer envío de Bicho Redactor. ¡Gracias por tu lectura!
¿Sabías que no sólo de Calamaro y Babasónicos vive este hombre? 😂 También vive de Jarabe de Palo. En estos tres actos te cuento cómo y por qué me enamoré de Pau Donés. Para empezar, comparto una crónica que nació aquel martes 9 de junio de 2020. Pau murió, decía un comunicado a días de la publicación del último álbum de Jarabe de Palo, “Tragas o escupes”. Tragué y escupí. Y escribí esto.
La memoria relampaguea, dijo Saccomanno. O así lo retuvo, hablando de Roma, mi memoria deshilachada. Se me viene a la cabeza ese 1º de junio de 2014, fecha de la única visita de Jarabe de Palo a la ciudad de Santa Fe. Aquella noche cumplimos un sueño con mi viejo Héctor. Más vueltero e inseguro que ahora, retraté mis percepciones o lo que pudo ser contado en una crónica publicada por el Periódico Pausa. La emoción del hecho artístico, el in-situ, tiene un lenguaje cifrado al que no podemos acceder tan fácilmente. A veces, está más a mano, pero otras tantas no. Igual probé.
💿 Completo incompleto
Jarabe de Palo despierta sensaciones luminosas en mí. En su diversidad de capas de sentido, en esa complejidad que parece tan simple, la obra de Pau y amigos me acompaña, me educa y me interpela de distintos modos. Convoca, también, a cada uno de los bichos que fui y voy siendo desde mi adolescencia.
Me es difícil armar una selección de canciones. Un greatest hits curado por mí. Asumo el ranking como una entidad gelatinosa más que marmórea. Sé que no estará hecho del material de la torre del Barrio “El Pozo” donde escuché por primera vez la voz de Pau. Rolas y rolas girando dentro de la Philips negra del living. Mi tabla de posiciones, en cambio, es flexible, ciclotímica, intercambiable. Si me preguntás mañana puedo elaborar otro decálogo. Depende.
🕸️ Para enredarme
Ya lo dije alguna vez, me repito una década más tarde. No por terco ni por brillante, sino por cultor de un oficio. Un oficio, el de escribir, que se parece a hundir el dedo índice, presionando con la parte conocida como pulpejo, un mueble viejo. (¡Qué lindo rimar!). O, más que viejo, trabajado por ciertas criaturas no humanas. Como la humedad o un gato. El gato, Buri, ensaya dos o tres veces al día su oficio afilador -ser panadero no es el único destino posible para un michi, eh- sobre las patas delanteras de la mesa; arriba de ella el televisor. En Spotify, una canción de Jarabe de Palo.
Ya lo dije, me repito. El disco que contiene “Para enredar” es el único en la historia de Jarabe de Palo construido a partir de un interrogante: “¿Y ahora qué hacemos?”. La canción responde con un método, un plan de acción. Es coral, no solo por el desdoblamiento vocal de Pau. A su cante monótono y tierno se adhieren niños y niñas que repasan las tablas del 1 y del 5, y repiten de memoria los ríos de España. Los verbos en infinitivo viborean por ahí, combustionan la canción. Elijo veinte, los ordeno alfabéticamente: combatir, compartir, comprender, contestar, contrariar, decidir, hablar, importunar, molestar, opinar, pelear, pensar, preguntar, rechazar, respetar, respirar, responder, ser, sonreír, transgredir. Me dejo llevar por ellos. ¿Me seguís? ¿Nos enredamos? ▪
Hermoso leerte Leo. Gracias ❣️